28 de marzo de 2024

El Príncipe del Golf

El Príncipe del Golf

Todos los premios pueden ser discutidos y discutibles. Siempre encontraremos alguien que tiene méritos suficientes para recibir cualquier premio. La semana pasada cuando conocimos que el galardón del Príncipe de Asturias recaía sobre José María Olazábal, algunas voces hablaron de vergüenza.

Es cierto que Teresa Perales y David Cal acumulan éxitos suficientes para ser acreedores del mismo reconocimiento. También, es verdad que tendrán más ocasiones de ser reconocidos. Siempre y cuando no les suceda como al mítico Ángel Nieto que con 12+1 mundiales de motociclismo, sigue esperando.

José María, como le llaman sus más íntimos, reúne valores deportivos y personales que le hacen acreedor del premio, más allá de las circunstancias ocasionales de la victoria en la pasada Ryder Cup. Esta competición no hizo más que poner en valor la condición humana, apenas conocida, de un gran deportista.

Dos “Chaquetas Verdes” adornan el palmarés del profesional de golf. Una persistente lesión no nos permitió ver al golfista que pudo haber sido. Sin embargo, lo más importante no se ve en las calles y greens de los campos de golf. El respeto de sus compañeros, ganado año tras año, y no solamente de los jugadores sino de todos los que conforman nuestro querido deporte. Desde Tiger Woods, que se empeño en entrenar con él, hasta los jóvenes del Lacoste Promesas que disfrutan año tras año de sus enseñanzas y experiencias, nos muestran a la persona que hay detrás de la bolsa de palos y, créanme, merece sobradamente el galardón concedido.

Es posible que muchos de los aficionados de otros deportes, no si razón, digan que arrimamos el ascua a nuestra sardina. En este caso, si se molestarán en mirar más allá de eso que consideran un deporte para ricos, se darían cuenta que nada más lejos de la realidad. José María Olazábal proviene de una familia humilde y todo lo que ha conseguido ha sido con esfuerzo y tesón. Y lo más importante, jamás olvido quien era y quienes fueron sus maestros.

Una lección de vida que otros grandes deportistas deberían aprender.

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