28 de marzo de 2024

Diez años sin la gran figura de Seve

Diez años sin la gran figura de Seve

Tal día como hoy, un 7 de mayo de hace ahora diez años, todo el mundo del golf, y el español en concreto, se quedaba sin una de sus grandes figuras, Severiano Ballesteros. Un golfista universal, que trascendió el deporte, y al que se le lloró con mucha emoción. Podríamos contar muchas cosas de su carrera, pero aquí va un pequeño resumen homenaje

Los que no tuvieran oportunidad en su momento de verle jugar, deberían hacerlo por medio de vídeos, pues era un ejemplo dentro, pero también fuera del campo. Una de esas personas que se hace escuchar, que nunca ovlida de dónde viene y que logra acaparar los focos con naturalidad. Severiano Ballesteros era (y es) un golfista con mayúsculas, quizá una de las máximas expresiones de este deporte, esencia pura del juego.

El golfista español más destacado de todos los tiempos nos dijo adiós en la madrugada del 7 de mayo de 2011 a la edad de 54 años, en su casa de Pedreña, acompañado de su familia, como consecuencia de una larga enfermedad que le impidió jugar más tiempo, seguir disfrutando sobre el campo, un tumor cerebral con el que convivía desde hacía tres años tras sufrir un desvanecimiento en el aeropuerto de Barajas.

Operado hasta en cuatro ocasiones antes de comenzar un tratamiento de quimioterapia, Severiano Ballesteros constituyó desde entonces un ejemplo de lucha y superación ante la adversidad.

Fallecimiento Severiano Ballesteros homenaje

Con un palmarés brillantísimo en su currículo deportivo, adornado con todos aquellos títulos que todo golfista ansía, tres Open Británicos (1979, 1984 y 1988), dos Masters de Augusta (1980 y 1983) y tres Ryder Cup (1985, 1987 y 1995), además de una de ellas, inolvidable en Valderrama 1997 como capitán. Severiano Ballesteros forjó una leyenda que extralimitó los límite del golf para convertirse en uno de los grandes iconos del deporte español, europeo y mundial.

Su corta edad en los inicios no fue un impedimento para que ocupase las primeras plazas desde su desembarco en el mundo profesional, consiguiendo su primera victoria en el Campeonato de España Sub-25. El destino le hizo un guiño y le permitió estrenarse en Pedreña para dar comienzo a una progresión fulgurante. No en vano, ese mismo año, se saldó con otro triunfo en el Open de Vizcaya y un segundo puesto en el Open de Santander.

La estrella de Severiano Ballesteros empezó a lucir en 1976, el año en el que aquel jugador desconocido de nombre impronunciable para los anglosajones se entrometió entre los grandes para quedarse a un peldaño de ganar todo un Open Británico (quienes estuvieron en Royal Birkdale nunca olvidarán aquel chip que hizo rodar entre dos bunkers para dejar la bola a un palmo de la bandera y lograr un birdie en el último hoyo) y el año en el que venció con España la Copa del Mundo por Equipos en California.

Entre medias de ambos logros se impuso en el Open de Holanda y remontó cuatro golpes a Arnold Palmer en los 9 hoyos finales para levantar el Trofeo Lancôme. Dos años después, con sólo 20, ya había ganado en los cinco continentes, pero le faltaba esa gran victoria, ese Major que le consagrase ante los ojos de una España que apenas conocía el golf y de una afición internacional que seguía cada uno de sus golpes como si del último se tratase.

Su despedida fue casi como un acto de estado, estando presentes el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco; el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, y varios consejeros del Gobierno regional, así como deportistas de la talla de Miguel Induráin o Emilio Butragueño, y destacados jugadores de golf, con mención especial para cuatro capitanes de la Ryder Cup –Nick Faldo, Bernard Gallacher, Sam Torrance y Colin Montgomery–, así como José María Olazábal, al lado de golfistas de la calidad de Miguel Ángel Jimenez y Lee Westwood, número uno del mundo en dicho año.

El propio presidente de la Real Federación Española de Golf, Gonzaga Escauriaza, quiso despedir con unas emotivas palabras al que fuera uno de los estandartes del golf nacional: »Severiano Ballesteros ha constituido un ejemplo de genio, determinación y perseverancia a lo largo de toda su vida, nos ha enseñado siempre muchas cosas, cuando estaba en su plenitud deportiva a entender el golf de esa manera tan genial y genuina que él tenía, y luego, cuando le tocó afrontar su enfermedad, por ese tesón y templanza que tanto ha aportado a quienes les toca atravesar por esas difíciles circunstancias».

Fallecimiento Severiano Ballesteros

Seve y el Open de España, un amor incondicional

El genial golfista mantuvo una relación idílica con la principal prueba de nuestro golf, el Open de España, torneo que engrandeció numerosas veces con su presencia y que ganó en tres ocasiones, en 1981 en El Prat, 1985 en Vallromanes y 1995 en el Club de Campo Villa de Madrid.

En 1981 conquistó su primer entorchado en esta cita, en el RCG El Prat. Aquel Open de España dejó un buen recuerdo en cuanto a resultados se refiere: 43 jugadores estaban bajo par el primer día y 35 seguían bajo par tras el corte, que se estableció en 147, tres sobre par, algo poco habitual en aquellos años.

Vistos los resultados a falta de la última jornada, Severiano Ballesteros parecía lejos de ganar el Open de España. Tenía por delante, como líderes, a José María Cañizares y a Vicente Fernández, quienes disfrutaban de tres golpes de ventaja sobre Steve Martin y Tony Johnstone, mientras la diferencia del cántabro respecto a la cabeza era de cinco golpes.

Fallecimiento Severiano Ballesteros aniversario

El propio Ballesteros manifestaba la dificultad de la empresa, pero mantenía la esperanza de que »haciendo 65 golpes puedo ganar». Y los cálculos se cumplieron a la perfección para Ballesteros, que comenzó con dos birdies consecutivos y se puso a cuatro golpes de la cabeza, avisando a quienes le precedían que no se podían dormir en los laureles para terminar haciendo la machada con cuatro birdies en la parte final del recorrido.

Luego llegarían las victorias de 1985 en Vallromanes y de 1995 en el Club de Campo Villa de Madrid.

 

Fuente: RFEG

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