Ha sido un intenso inicio de año. He jugado ya seis torneos y es un buen momento para hacer un primer balance, justo en mitad de dos semanas de descanso y antes de que empiecen las grandes citas. Como ya sabéis, la próxima semana se disputa ya el THE PLAYERS y prácticamente no paramos hasta julio con el British. Empieza lo bueno.
Lo primero que tengo que decir tiene que ver con la madurez. Ya os comenté que era la palabra clave que definía el año pasado. Noté un crecimiento espectacular en ese aspecto fuera del campo y ya lo estoy notando también dentro. La evolución ha sido muy buena.
¿Y en qué se nota? Pues muy fácil, en el hecho de que habiendo jugado regular, sólo en México me he quedado fuera del top 10. Sin hacer mi mejor golf, he aguantado bastante más.
Obviamente, la actitud no es una cosa que se cambia de la noche a la mañana. Hay que trabajarlo siempre y hay una evolución. Me enfado y me seguiré enfadando en el campo de golf, es casi inevitable. Por ejemplo, hubo un momento en Torrey Pines donde perdí un poco la calma, más de lo normal, sin embargo la realidad es que estoy manteniendo una mejor compostura y, lo que aún es más importante, sin que me afecte al resultado.
Si quieres leer el artículo al completo con la opinión de Jon Rahm, aquí te dejamos el enlace.