Marco Penge, un jugador en racha, con dos triunfos en la presente temporada, ya mira fijamente el codiciado trofeo del Open de España presented by Madrid. En vanguardia en las dos primeras jornadas, cuando entregó sobresalientes tarjetas de 66 y 67 golpes, el golfista inglés ha aportado una tercera actuación que podría ser determinante, sólido líder con cuatro de ventaja sobre el suizo Joel Girrbach.
Queda, es verdad, un mundo repleto de incógnitas, 18 hoyos donde muchas cuestiones pueden decantar el torneo a uno y otro lado, pero el posicionamiento cimentado por Marco Penge le otorga el papel de meridiano favorito.
La claridad del desenlace de la ronda contrastó con los continuos interrogantes suscitados a lo largo de una tercera jornada que tardó mucho tiempo en ofrecer conclusiones, inmersa de lleno en conjeturas generadas por acciones de ida y vuelta.
Birdies seguidos de bogeys, bogeys seguidos de birdie, ninguno de los principales aspirantes al título era capaz de encadenar aciertos en número suficiente como para destacarse del enorme pelotón de jugadores que ocuparon pronto la parte más alta de una clasificación compactada al extremo y dilatada en el tiempo.
Ocurrió a mitad de mañana cuando el inglés Marco Penge mantenía el liderato conseguido en la ronda anterior sin siquiera salir al campo, sin que ninguno de sus perseguidores dotase a su juego de la consistencia suficiente. Ocurrió poco más tarde cuando el norteamericano Patrick Reed, ávido por ganar en suelo europeo, se hizo notar. Y ocurrió un poco más allá cuando el inglés Daniel Brown y el suizo Joel Girrbach compartieron liderato provisional a comienzos de la tarde.
Todo tenía un carácter efímero y vaporoso. Hasta que Marco Penge adhirió el acierto a su piel tras errar en el hoyo 3. Su único fallo del día constituyó un anecdótico espejismo, compensado pronto por una racha de aciertos demoledora. Cuatro birdies seguidos entre el hoyo 7 y 10; otros tres consecutivos entre el 12 y el 14; otro más de regalo en el 16… la productividad de Marco Penge parecía no tener fin.
Todos acabaron sucumbiendo a semejante vendaval de juego, un acierto machacón que acabó con las esperanzas de todos. Entre ellos se encontraban los mejores españoles, Ángel Ayora y David Puig, que no eran ajenos a este tiovivo de sensaciones, arribas y abajos continuos en unas tarjetas que no acabaron de fructificar con la intensidad precisa.
El malagueño arregló lo que iba camino del drama -dos bogeys en los tres primeros hoyos subsanados por cuatro birdies en los siguientes cinco- para mantenerse en la parte más noble de la tabla, el mismo destino de David Puig, en su caso gracias a una arrebatadora primera vuelta salpicada con cuatro birdies antes de que su capacidad productiva se apagara en una segunda vuelta resuelta al par. “Ha sido un buen día, pero sabe a poco”, dijeron ambos con sabor agridulce a la conclusión de la ronda.
Y luego estaba Rahm, Jon Rahm, que ejerció una vez más de líder de masas durante los 18 hoyos, centenares de seguidores a la espera de una nueva remontada que no acabó de fructificar. El vasco, todo pundonor, dio la impresión de construir la gesta, pero sus buenos aciertos fueron lacerados por más errores de los necesarios.
Un doble bogey en el hoyo 11, consecuencia de dos golpes consecutivos defectuosos, y un bogey en el 16, dejaron a Jon Rahm a excesiva distancia del líder con tan solo 18 hoyos para rematar. “He fallado a partir del hoyo 10. Y me duele por el público, por no poder ofrecerle lo que quiere”, resumía con sinceridad.