Ángel Ayora, una joven promesa del golf español, 21 años recién cumplidos dotados de un juego fresco y desvergonzado, dispuesto a realizar grandes gestas aprovechando la calidad de una actitud descarada, ha ejercido el papel de ‘Spanish power’ en el arranque del Open de España presented by Madrid.
El jugador malagueño se ha encontrado de sopetón con un papel en principio inesperado pero no por ello fortuito, avalado como está por una racha de buen juego que le llevó a ser el mejor español clasificado la pasada semana en el Alfred Dunhill Links Championship, quinto, donde acumuló su cuarto Top 10 de la temporada en el DP World Tour.
“El inicio ha sido desastroso, fallando al lado que no debía en el 13 y haciendo un bogey ridículo en el 15 con tres putts, pero he sido paciente y esas buenas sensaciones con las que venía a Madrid al final se han notado”, resumía con indisimulada esperanza Ángel Ayora al finalizar su recorrido.
No en vano, la abierta sonrisa con la que entregó una esperanzadora tarjeta de 67 golpes contrastó con el gesto serio y preocupado generado por un comienzo verdaderamente oscuro. Un doble bogey en su cuarto hoyo -salió por el 10- y un bogey en el sexto, afortunadamente minimizado entremedias por un oportuno birdie y otro acierto en su octavo hoyo, situaba a Ángel Ayora en el enorme pelotón de perseguidores de un buen resultado.
Restaban únicamente nueve hoyos para reparar el entuerto, para alcanzar una posición verdaderamente reseñable, pero la senda adquirió condición de autopista. Las dificultades se tornaron en aciertos y la oscuridad en luz, ningún fallo, tres birdies y un espectacular eagle para catapultarle hasta la parte alta de la clasificación y adquirir, todo ello de una tacada, la condición de ‘Spanish power’ en el Open de España, un título honorífico de enorme valor si se tiene en cuenta la calidad y cantidad de candidatos a conseguir semejante galardón.
Ahí están, para empezar, Sergio García y Jon Rahm, que se pegaron con el campo antes de acabar en casa club con tarjetas de 72 y 73 golpes. Los dos grandes referentes del golf español echaron mano de experiencia para solventar situaciones comprometidas, chocando contra un juego donde una buena ejecución careció en ambos casos de una gran culminación, sea por la debilidad para colocar la bola en la parte correcta de la calle o la falta de acierto para culminar buenas opciones con el putt.
“Ha sido frustrante, me fastidia tener un día tan duro. No le he dado a la afición mucho con lo que animar”, aseguraba con honestidad el golfista vasco con un sentido parecido a las conclusiones de Sergio García con respecto a su primera vuelta.
El viento racheado, un rough duro e irregular y unos greenes como el cristal hacían el resto, dificultades en apariencia invisibles pero que poco a poco se hacían patentes en la actuación de todos los participantes. Superar al campo y al diseño de Javier Arana, un recorrido corto para la pegada de los golfistas actuales, pero repleto de trampas invisibles, hizo su efecto.
Los que más se sustrajeron de todo ello fueron el inglés Sam Bairstow y el francés Ugo Coussaud, que con sendos 65 golpes superaron la efectividad de Ángel Ayora. Un pasito más atrás de todos ellos, un clásico, un valor seguro, un jugador que hace del Open de España un auto de fe, buenos resultados tras buenos resultados en este torneo que magnifican su trayectoria.
Se trata del asturiano Alfredo García Heredia, que un año más asienta su juego en la parte alta de la tabla. Esta vez acabó con 68 golpes con una primera vuelta dañada únicamente por un bogey, poca cosa para quien aspira a realizar de nuevo otra gran actuación. Su resultado final le incluye también dentro de la categoría de ‘Spanish power’, ese grupo homogéneo que ha conseguido siete triunfos en las últimas trece ediciones del Open de España o, quién da más, cinco en las seis últimas.