El inglés Marco Penge ha conseguido el Open de España presented by Madrid con más valor de todos los tiempos, un novedoso 3×1 que llena de satisfacción al ganador. No en vano, al margen de la gloria que supone levantar un trofeo centenario, con un poso histórico que vanagloria su propia existencia, Marco Penge tiene a su disposición una plaza para participar en el Masters de Augusta y en el The Open Championship en 2026.
Ese enorme valor añadido, premio adicional concedido semanas atrás en reconocimiento a la objetiva contribución de los españoles al crecimiento del golf europeo y mundial, ha generado una sonrisa amplificada en Marco Penge a la hora de recibir el trofeo de campeón, que le permite unir su nombre a la peana de un torneo que se vanagloria de tener en su seno a mucha parte de lo mejor de lo mejor de la historia de este apasionante deporte.
Tras cuatro jornadas de gran intensidad, el Open de España se acogió inesperadamente a un déjà vu, de nuevo un playoff de desempate para dilucidar al campeón pero con protagonistas bien distintos a los de años anteriores. Ángel Hidalgo y Jon Rahm, rivales en la edición de 2024, fueron sustituidos por los ingleses Marco Penge y Daniel Brown, un mano a mano particular entre quienes sobrevivieron mejor entre la incertidumbre de una jornada final donde nadie despuntaba con fuerza en la clasificación general.
De hecho, Marco Penge consiguió el triunfo por una vía singular, apenas transitada en los muchísimos años de existencia de este Open de España: victoria con una tarjeta final de 1 sobre par. Con cuatro golpes de ventaja sobre el suizo Joel Girrbach a primera hora de la mañana, el inglés transitó por el campo con un rendimiento muy lejano a esa capacidad demoledora que le convirtió en líder intratable durante tres jornadas.
Su insaciable productividad, 16 bajo par en tres rondas, se transformó en una experiencia sin apenas chicha ni sal, una repetición de pares, salpicada por si fuera poco por dos bogeys en la primera vuelta, que ponían en peligro la inexpugnabilidad de su atalaya.
El inglés pagó momentáneamente cara su inefectividad, sufriendo el acoso de alguno de sus principales rivales -caso del suizo Joel Girrbach, que se puso a un golpe atravesado el ecuador de la vuelta-, si bien la incertidumbre duró apenas un suspiro, lo que se tardó en constatar que las dificultades para sumar birdies a su tarjeta eran las mismas, sino amplificadas, que las de todos sus rivales… menos su compatriota Daniel Brown.
Tres oportunos birdies en los seis últimos hoyos permitieron a Brown dar alcance in extremis a su compatriota en la recta final de una jornada sorprendente, esa que le permitió concluir en playoff tras acumular tan solo 1 sobre par antes, eso sí, de que los galones y la experiencia dictaran sentencia a su favor.
Entre los españoles, Jon Rahm ejecutó un diente de sierra de libro para distinguirse como mejor jugador nacional del torneo junto a Ángel Ayora y David Puig, todos ellos empatados en el noveno lugar. El golfista vasco sufrió en la primera y en la tercera jornada y deslumbró en la segunda y la cuarta, una irregularidad premiada con un Top 10 pero pecado capital si lo que se ansía es ganar el primer puesto del podio.
“Me voy contento, el público español es único, pero con la sensación de que podía haber hecho más”, resumía Jon Rahm al realizar una gran última ronda de 65 golpes. Rahm, efectivamente, ejerció de Rahm, oleadas de buenos golpes que dieron muchos motivos de satisfacción a su legión de seguidores, pero su briosa reacción se basó en unos cimientos poco consistentes como para rememorar éxitos recientes en este mismo Open de España donde acumula tres títulos.
Ángel Ayora y David Puig, por su lado, ratificaron su condición de mejores españoles desde el comienzo del torneo. Dos vueltas finales idénticas de 69 golpes pusieron en evidencia la calidad intrínseca que sale de sus pujantes manos.