1 de diciembre de 2024

Tontos por el golf

Tontos por el golf

Soy socio de dos clubes de golf en Madrid. Tengo una empresa en la que, entre otros, editamos este periódico y, cada año, organizamos dos circuitos amateur y torneos contratados por clientes, con lo que son más de treinta los campos que visitamos y a los que damos ingresos, así como negociamos con proveedores y marcas ilustres de la industria y sector, ayudando a crear riqueza y empleos, tan necesarios en estos tiempos.

Pero yo no tengo ni idea de golf.

Lo poco o mucho que entiendo de este complejo deporte se lo debo a mi compadre, Alvaro Beamonte, que con su vasta cultura golfística, amplios conocimientos, experiencia y capacidad doctrinal, ha conseguido que, en mi mejor momento, llegara a ser hándicap 10 y que mi veloz swing no influyera demasiado en mis tarjetas y que haya, alguna que otra vez, ganado torneos y bolas más cercanas y todo tipo de premios habituales en esos campos de Dios.

Pero yo no tengo ni idea de golf.

He jugado cinco veces el Old Course de St. Andrews, dos Carnoustie, Murfield y todos los años viajo a Escocia, cuna indudable de este deporte, para comprobar como se cuida esta industria en su país de origen y como se valora tanto a los amateurs como a los profesionales.

Pero yo no tengo ni idea de golf.

Desde marzo hasta octubre, viajo por toda España ayudando en la organización de nuestros circuitos, hablo con gerentes de clubes, jugadores, profesionales y compruebo que, cada día más, son muchas las carencias que existen en mi querida España para que podamos llegar a parecernos a países con peores condiciones para su práctica, pero mucho más inteligentes en sus planteamientos sectoriales.

Pero yo no tengo ni idea de golf.

Cuando me pongo a analizar por qué en mi querida España, este sector, la industria, está como está, me surgen muchos argumentos que me sugieren que es lo que hace que, a pesar de contar con más de trescientos campos donde jugar, un clima apropiado para su práctica durante todo el año, establecimientos hoteleros de primer nivel, profesionales jugando los principales torneos mundiales y un amplio historial de triunfos, no consigamos que se constituya como una actividad económica, nacional e internacional, que ayude a levantar nuestra fluctuante e inestable economía.

Pero yo no tengo ni idea de golf.

Entre otros argumentos, en lugar de ayudar a los nuevos aficionados, sólo se les ponen pegas para su práctica: obligatoria licencia federativa, escasos campos públicos en las principales capitales, equipamiento costoso en un inicio, inexistente posibilidad de alquilar palos a precio razonable, técnica difícil de aprender sin un profesional que te enseñe, son algunos de los que, a bote pronto, me vienen a la cabeza unidos al maltrato que en muchas regiones se da a un turismo extranjero de lujo.

Pero yo no tengo ni idea de golf.

Si a ello añadimos demasiados intereses espurios por parte de advenedizos que llegan al negocio del golf para servirse de él en lugar de ayudar a su crecimiento y desarrollo, creando una mafia endogámica que no acepta extraños y que se autoalimenta y que critica todo lo externo creyendo que por estar en contacto con determinados poderes seudofácticos pueden permitirse dar lecciones y poner en tela de juicio las actuaciones profesionales que no vienen de su cerrado círculo de intereses creados, con permiso de don Jacinto, se puede entender fácilmente que es complicada la solución de los problemas graves y constantes que la industria del golf sufre en este país, antes llamado España.

Pero yo no tengo ni idea de golf.

Que se de poder a analfabetos profesionales que no tienen conocimientos de tan noble y elegante deporte, que no cuentan con más trayectoria profesional que su afición por un deporte al que han llegado por casualidad y  su capacidad de medrar, peloteo y estar siempre al sol que más calienta mendigando la presencia donde no les corresponde y que, además, van de gurús cultos y preparados, dice mucho de las manos que sustentan algunas de las partes esenciales de una industria necesitada de seriedad, profesionalidad e ideas innovadoras, originales y creadoras de riqueza, que ve como hay demasiados aprovechados que buscan servirse en lugar de servir.

Pero yo no tengo ni idea de golf.

Lo mismo que cuando se comienza la práctica de nuestro querido deporte y te enseñan unas reglas de etiqueta (que cada día son menos los que las conocen) se debería enseñar que en los negocios, en las empresas, existen principios básicos que respetar tales como ética, seriedad, profesionalidad, respeto y otros muchos que, por desgracia, cada día son obviados por los advenedizos y mafiosos que pululan por este sector.

Pero yo no tengo ni idea de golf.

Y dentro de mi desconocimiento de golf lo que tengo claro, ya sea en español, escocés original o inglés (que cualquier traductor, por muy malo que sea, puede entender y hasta traducir) lo cierto es que los que saben de esto son pocos pero preparados y que por mucho que se pelotee, medre o se intente convertir en una mafia endogámica, hay algo que ni se compra ni se adquiere: el que sabe sabe y el que no ahí tiene el viejo dicho castellano Quod natura non dat, Salmantica non præstat” que para los traductores provenientes de la LOGSE descubro que viene a significar que aquello con lo que no naces, es difícil que nadie, ni siquiera la excelsa Universidad de Salamanca, te lo de. Pero, además, si lo adaptamos a nuestro golfístico lenguaje sería Quod natura non dat, St. Andrews non præstat”

Y es que, cada día más, este sector, esta industria no deja de sorprenderme y demostrarme que hay muchos TONTOS POR EL GOLF, y eso que yo, como decía el filósofo, de esto, no sé nada de nada.

Eduardo Vizcaíno de Sas

Aficionado

Presidente de Ediciones Digitales Siglo 21

@VizcainoEduardo

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6 comentarios en «Tontos por el golf»

  1. Estoy totalmente de acuerdo con cada uno de los puntos que detalla en su escrito, todo lo noble que tiene ese bello deporte, en «este país» lo vulgarizamos por unos euros.

  2. ¡Si señor!

    Tienes toda la razón.

    En este mundo hay mucho tonto, aprovechado y listillo, aunque suene a contradicción.

    Buen artículo

  3. Muy apropiados sus comentarios, Eduardo.
    Solo le pido que no se dé por vencido – ni mucho menos –
    Entre líneas, percibo que es Usted un luchador y un gran entusiasta por el golf.
    Pues, sepa que Yo también lo soy.
    Trabajo de Marshall, y a pesar de que compruebo diariamente, que la Ética y los buenos modales de los jugadores/as, van desapareciendo «como una nube», me mantengo firme en mi propósito, de educar al jugador, para que sepa comportarse en el campo y disfrutar.

    Un Saludo.

  4. Gracias, una vez más querido amigo Eduardo, por poner puntos, comas y «exclamaciones» en el diario de éste deporte en éste país nuestro.
    Gracias por alzar la voz con lo que muchos sentimos, y expresarte de forma tan clara y concisa para quien quiera y/o pueda entender.
    Y Gracias, por hacerlo desde el lado del jugador, con una visión REAL del panorama.
    Ojalá fuera asignatura obligatoria el aprendizaje del NO TODO VALE, porque muchos clubes…serian otros clubes.
    Solo Gracias.

  5. Querido Eduardo: Aunque no soy amigo de la notoriedad más allá de la que mi trabajo en Canal+ me exige, quiero decirte que Don Balbino, nuestro profesor de Lengua y Literatura estaría orgulloso de ti, al igual que tu padre, Don Fernando, Q. E. P. D. Llevo jugando al golf desde los 14 años, lo que supone que llevo 38 años en este lío. Jo, que viejo soy ya. Habiendo pasado por todas las instancias que uno puede pasar, vease jugador, capitán, organizador, promotor, patrocinador, prensa, profesor, directivo, federativo, etc….. lamento mucho, mucho, decir…….. que TIENES TODA LA RAZON en el fondo de tu escrito. Las formas no me competen a mi analizarlas, pues es tu manera de expresar las cosas que respeto profundamente. Sólo me queda la faceta de árbitro, cuestión que nunca podré ser porque soy profesional español, y es este país el único que prohibe a un profesional el ser árbitro. Mientras no cambie la RFEG creo que moriré sin serlo. A pesar de los denodados esfuerzos por intentar dar un toque diferente a este deporte, el maremagnum de situaciones y de trabas puede con los que lo vemos con ojos diferentes. El concepto actual es «Como puedo beneficiarme yo del golf» en vez de «Que puedo aportar yo al golf». En todos los actos que desarrolle en estos 38 años intenté siempre aportar algo, hacer que este deporte creciera y que todos aquellos que a mi alrededor estaban vieran el golf desde la perspectiva de un jugador que lo mamó de los clásicos (el cuarto de profesionales del Real Club Puerta de Hierro) y que por fortuna, en todos los viajes que he podido realizar he coincidido con los Mas Grandes de este deporte. Esto me dió una doble vertiente, clasica y moderna. Las ganas de aprender hacen el resto, y el reciclaje diario también ayuda. Fui joven una vez y luchador. Y esta lucha me llevó incluso a estar apercibido de supensión de mi licencia de profesional por enfrentarme a los poderes fácticos. A un paso de enfrentarme al Comité de Disciplina Deportiva del CSD. Al final de este largo camino he llegado a la conclusión de que, como decía el filósofo, escrtior y pensador español, Savater, en una reciente entrevista, y si me permites la analogía, «Lo malo de la corrupción no es la corrupción, sino la impunidad de la corrupción, puesto que aquella es intrínseca al ser humano». En el asunto que nos ocupa, cuando alguien cree que sabe todo, se convierte en el más ciego, puesto que no hay mayor ciego que quien no quiere ver. Yo intento aplicar en mi vida diaria el principio de «expect the unexpected» (espera lo inesperado creo que es la traducción) y el principio de «Sólo se que no se nada» que dijo aquel enciclopedista. Tienes mi apoyo, como siempre lo has tenido, y mi cariño. Pero para cambiar las cosas, el «statu quo» actual, hace falta más que un golpe de estado. Mi resumen de todo esto no es más que algo muy sencillo. Me lo dijo un socio del St. Andrews Golf Club en una cena maravillosa a la que nos invitaron a todo el equipo de Canal Golf en el Open de 2010 en St. Andrews, debido a mi querido Andrés Torrubia, Arbitro Internacional, que es Socio del Club. Mirando desde la terraza del chalet social al green del 18 y al «Valle de los pecados» le pregunté a este genial ciudadano escocés: ¿Qué diferencia hay entre nuestro golf y el vuestro? «We found the golf, and the golf found you» me respondió entre sorbo y sorbo de su scotch whisky. WOW. Más o menos quiere decir que hay países que encontraron el golf y hay otros a las que el golf les encontró. Igualmente hay personas que descubrieron el golf y otras a las cuáles el golf les descubrió por casualidad. Desconozco los motivos o razones personales o empresariales por los cuales has escrito lo que has escrito, pues hace tiempo que no te veo o no charlo contigo. Pero he leído tu artículo hace unos minutos y he querido darte mi opinión. Perdoname por la extensión. Un abrazo, amigo luchador Alvaro P. D.: Hace ya tiempo que no veo tu swing. Espero que tu ritmo haya descendido un poco, por el bien de tu espalda. Los swings tienen que envejecer bien. Y tus lumbares iban a sufrir demasiado con tu gesto exagerado.

  6. Yo tampoco tengo ni puñetera idea de golf. Hoy tengo hándicap 17.4 pero cogí por primera vez en mi vida un palo de golf hace 10 años, cuando tenía 55 y me ví prejubilado con tiempo disponible. Empecé a practicarlo como complemento a mis largas caminatas para controlar el colesterol y la hipertensión arterial y, desde el primer momento, me cautivó. Pero esto no tiene nada de especial ya que todos los que practicamos este deporte hemos tenido ese momento en el que quedamos enganchados y atrapados por él. Me refiero al DEPORTE del Golf, no al negocio del golf. En este corto periodo de tiempo, naturalmente como amateur, he ido aprendiendo y he jugado y competido todo lo que he podido en los numerosos campos y clubes de mi entorno geográfico (provincias de Cádiz y Málaga) y, de camino, conociendo a muchos «tontos por el golf» y también a muchos «listos» por el golf. Como ya se puede deducir de mis palabras me alineo incondicionalmente con los tontos. Entré hace 6 años en la directiva, como Secretario, de una Asociación Deportiva (sin ánimo de lucro), o sea, un Club Federado «sin campo», del que hace 2 soy Presidente y en el que nos afanamos y trabajamos día a día con una tremenda ilusión para expandir y dar a conocer este bellísimo deporte que yo tan tarde descubrí. Captamos al aficionado, le ayudamos a dar los primeros pasos con cursos, primeras salidas al campo y competiciones individuales y por parejas, les ayudamos a obtener sus licencias y su primer hándicap, establecemos acuerdos con Clubes con Campo para que nuestros socios puedan utilizar sus instalaciones a precios moderados y, al día de hoy, ya nos estamos planteando retos mas ambiciosos como, en una 1ª fase, crear y liderar en nuestra ciudad una Escuela Municipal de Golf y, a continuación, una cancha de prácticas de carácter público. Desconfío hasta de mi sombra, el camino lleno de dificultades y de medias verdades y promesas, además de mucho trabajo por delante y no menos dolores de cabeza, o sea, lo inherente a los «Tontos por el Golf» que, aunque no tengamos ni puñetera idea de golf,…….. nos sobra ilusión.

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